domingo, 25 de abril de 2010

Las muletas de un amigo

No hay nada como un amigo, y si tiene muletas y tú las necesitas, mucho mejor.

Desde finales de diciembre, por circunstancias personales que no vienen al caso, un médico me aconsejó que me buscase unas muletas para moverme. Al principio, pensé que era una exageración y que no las iba a necesitar. Se lo comenté a un amigo que las había necesitado hacía ya algún tiempo, y me las prestó. Lo que pensé que sería cuestión de algunos días, se ha terminado convirtiendo en cuestión de algunos meses, y aún sigo con ellas. Espero poder librarme de ellas, no porque cada vez que las use me acuerde de él  (aunque sea tan descastado de llamarlo poco, muy poco), sino porque con ellas me muevo con dificultad y echo de menos moverme sin usarlas. Tal es así, que sueño a menudo que corro, sólo eso, estoy corriendo todo el rato, y ya le he dedicado a correr en sueños mucho más tiempo de lo que lo he hecho en mi vida real.

Amigo, muchas gracias por las muletas, espero poder devolvértelas pronto. Un abrazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario